Isma y Pablo, una amistad ¿inquebrantable?

12.11.2018

Por la apariencia debía tener más o menos mi edad. Estaba sentado en la pequeña escalinata que daba entrada a una de las casas más viejas del pueblo, en concreto a la de Paqui. Su nariz ancha y achatada le confería un aspecto de boxeador en tamaño miniatura. Su estatura era, al menos, un palmo inferior a la mía. Excesivamente delgado, sus ojos eran pequeños y negros, como cucarachas aplastadas sobre un fondo blanco; las cejas, gruesas y pobladas con abundante bello. Su boca, pequeña y redonda, y unas orejas grandes y despegadas resaltaban sobremanera en su pequeña cabeza de cabello moreno rapado. La primera impresión me provocó simpatía y curiosidad en dosis exactas; por ello, enseguida resolví acercarme a él y entablar sin más dilación nuestra primera conversación.


Pero un suceso dramático rompe la agradable monotonía

Las lágrimas se desplazaban a su antojo por nuestros rostros, mezclándose unas con las otras en un auténtico mar de tristeza. Nuestros brazos no abandonaban el empeño de mantenerse unidos al cuerpo del otro. Algo nos decía que aquel feliz capítulo de nuestra infancia estaba cerrándose en aquel momento con ese abrazo. Permanecimos unos intensos segundos más adheridos el uno al otro. Esta vez, sin lloros ni lamentos. Solo un amigo abrazando a otro sin hacer de ello un drama, como adultos sólidos emocionalmente estables, hasta que la impaciente prima de Gloria hizo sonar el claxon. Al separarnos, ambos comprendimos el final de aquella maravillosa etapa.


© 2018 Andoni La Red. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar